lunes, 31 de agosto de 2009

HOLA ALICIA

Hola Alicia, ¿Qué harás esta noche? Me han dicho que estabas tirada en un parque, como siempre. Quitaste a un indigente de su banca de predilección. Descarada. ¿Saldrás conmigo esta noche Alicia? El otro día me dijiste que lo harías cuando estuviese descorazonado, como vos; y bueno, heme aquí. Me dijiste que tomaríamos vino del más barato, y que me dejarías verte volar, sólo verte porque a mí me da miedo hacerlo. Hablan de ti en la calle, eres pan de cada día; eres menester del bullicio diario, de mis sonidos mentales, mi banda sonora, una aparición en chaqueta de cuero. Alicia, ¿por qué no me dejan quererte? Me dicen que me vas a entristecer. Yo les digo que no me importa, que yo no me dejo, que a mí lo que me gusta es ver, lo que me gusta es ESCUCHAR-TE. Y cuando salgo a la calle, a estas horas, cuando el neón insulta al sol, y humilla a la luna, sólo espero encontrarme con una persona, espero verte a ti, con la mirada perdida, y escupiendo el pavimento, maldiciendo la ciudad. Quiero verte y hacer lo mismo contigo. Por eso, insisto, ¿Qué harás esta noche? Si vas a lanzar botellas a los carros que pasen por alguna avenida, quisiera ir contigo. El grito que lancen los asustados, y tu carcajada por impulso, porque sabes que no hay nada de que reír. Casi que no te encuentro Alicia, y espero tu respuesta, ¿saldrás conmigo esta noche? Yo te lo dije, como un padrino sin autoridad:” un día, y ojalá ese día nunca llegue, te buscaré para que me ofrezcas tus servicios”. Te burlaste de mí, tomaste de una botella envuelta en papel kraft (por eso no sé de que era) y dijiste que: está bien. Y bueno, aún no te doy nada para que tú me des algo, pero tengo que preguntar. Además ¿qué haré sin ti esta noche? Recordarte sería una tristeza a medias, yo quiero estar triste contigo esta noche, para que los dos nos aburramos y estemos mejor en la mañana. Si no quieres estar mejor, no importa, sólo yo me quedo con la sonrisa del otro día, tú puedes seguir siendo pálida y fría; no te tocará mi humanidad, esa paradoja que detestas. No vayamos a casa esta noche Alicia, quedémonos aquí, y miremos pasar a la gente, e inventemos lo que les pasará después, y si quieres les advertimos sobre lo que les pasará en nuestras cabezas. Me refiero a ellos, que sepan lo que pensamos y nos miren feo, y sigan de largo, pero que en sus mentes quede algo de temor por las palabras que les hemos dicho, Alicia. Si quieres, esperaremos hasta que ya no haya carros, y podremos poner la cabeza en el asfalto para ver si baja un poco tu jaqueca eterna. O si no, simplemente nos tiraremos bocarriba a mirar un par de nubes moradas de las 3 de la mañana. Yo sé que las conoces bien, porque eran blancas, pero tú las ahorcaste. Pero retomo, ya he dicho lo que tenía que decirte Alicia. Te esperaré en la esquina de siempre, para que salgamos esta noche.