Cuando comprendí las sutilezas de la crueldad
me hice invencible.
Contemplé mis restos
ardiendo
y una lucidez inesperada
llenó el hueco donde estaba mi carne.
Este que te habla
no existe
y por ello
entrevé tu alma
con soltura,
risa,
desdén.
El frío marca el ritmo
de la balada del caminante.
taptap
taptap
taptap
¿Estaré muerto?
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