viernes, 11 de junio de 2010

Tranquilícense

Si han de verme caminando por la calle sin mirar al frente, con las manos en los bolsillos, con el entrecejo tensionado, con aires de elevación metafísica; un alma que reflexiona hondamente. Por favor, no se dejen engañar y no dejen de saludarme. Les aseguro no interrumpirán pensamientos etéreos y sublimes. En el más delicado de los casos, estaré decidiendo en qué panadería tomar el algo.

Osmar G.

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