jueves, 23 de diciembre de 2010

EL VIAJERO

Los parajes místicos
eran los únicos
que conocía.
Su esencia era
la de viajero espiritual.

Era además
innegable
su vocación
de filósofo del silencio.

Inconmesurables misterios
se explayaban en su cabeza
cada vez que visitaba la montaña.

Sobra decirlo,
nuestro amigo era
una sola energía
que irrumpía en el espacio,
ahuyentando la nada
y erigiéndose en el vacío.

domingo, 5 de diciembre de 2010

¡HELO AHÍ!

Soledad, era lo único que me faltaba para emprender mi camino en silencio. Iluminado por el chuzón definitivo, emprendería mi más lejano viaje. Todo estaba dispuesto y nada impediría mi ascenso a la nada, siempre tan anhelada.

Mientras la sustancia comenzaba a recorrerme, abriendo el abismo al que me lanzaría, me sonreí pensando en la terrible libertad que me esperaba. Todo palidecía a mi alrededor y podía sentir el abandono etéreo ejecutándose. El aire se acababa a pesar de la ventana abierta donde se veía el cielo al que no iría; ya no podía moverme pero tampoco quería hacerlo; La maquinaria de mi cuerpo se apagaba; se me había ido la mano.

Pero entonces, sonaron los golpes inquisitivos a mi puerta. Escuchaba mi nombre, pronunciado con la ternura de quien te aprecia. Pero por mi mutismo insalvable, el llamado se tornó en un grito desesperado, como el que yo emitía desde adentro mío. Me desvanecía inevitablemente; eso es el miedo. Aún no cerraba los ojos y pude ver la puerta cayendo, lentamente. Después sombras se acercaban a mí y me decían algo que ya no alcanzaba a entender. Todo se puso negro.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dialéctica del Aburrido

Aún siento aquella marea en el estomago, la energía sin canalizar. Escribo para darle un cauce y calmarme. En otras ocasiones, al sentirme así, encendería el televisor; desagüe de energías vitales. Al sentarnos frente a este recibimos pasivos su descarga luminosa, dopando y entumeciendo los impulsos vitales que nos invaden constantemente. Pero ya ven, he decidido no hacerlo y enfrentar la terrible angustia del aburrimiento, que creo que ahora puedo definir como la zozobra de no saber qué hacer con la energía vital. Pensando de esta manera tenemos entonces que diferenciar este estado del otro al que también hacen referencia con el mismo término, y es la ausencia de deseos de hacer cualquier cosa (síntoma que también suele tratarse con la televisión). El no querer hacer nada no puede ser “aburrimiento” porque este es en esencia lo contrario. El aburrido peca por entusiasmo desperdiciado, mientras que la carencia del mismo puede denominarse como “depresión”. El deprimido no está aburrido. El aburrido no sufriría si estuviese deprimido pues estaría libre de aquella energía rebosante. El deprimido por su parte no corre jamás el riesgo de estar aburrido, pues el no-hacer es su estado natural y por tanto no le es angustiante. El aburrido se cura cuando ha hallado algo que hacer. Para el deprimido el proceso varía sustancialmente. Puede bastar el más leve estímulo para animarlo, hasta llegar incluso al punto del aburrimiento; como pueden tomar periodos muy variables de quietud, letargo y dejación en los que, al parecer, se reconstituyen las energías. Igualmente, el aburrido que logra escapar de su estado peligra, pues el entusiasmo desmedido puede llevar a la pérdida total de energías y caer en estado de depresión. Admirad pues lo delicado de este asunto. Sin embargo algo queda claro: es mejor estar aburrido que deprimido.

domingo, 19 de septiembre de 2010

ADVERTENCIA

Hallábase el Buenmuchacho caminando sin rumbo por las solitarias calles, como acostumbraba hacerlo tantas tardes de ocio infinito y sideral. Como su mirada está usualmente perdida en disertaciones infructuosas, aquel hombre de anteojos y camisa a cuadros por dentro del pantalón tuvo que detener la marcha del Buenmuchacho colocando una mano en su hombro. El Buenmuchacho volvió en sí y vio a aquel extraño de mirada demente tras unos anteojos. “¿Qué pretende?” –dijo el extraño. El Buenmuchacho estaba mudo, no conocía a este sujeto, y tampoco podía imaginar que era lo que él pretendía con aquel cuestionamiento. Mientras esta reflexión se sucedía no se percató de que ahora se hallaba rodeado por personas de apariencias distintas, un grupo realmente heterogéneo, imposible clasificar un rango de edades o algún conglomerado específico; lo único que compartían estos seres era aquella mirada demente.”Lo hemos estado buscando, ¿sabe? – Prosiguió el primer interlocutor- pero con su alias no teníamos muchos indicios sobre su persona. ¿Por qué su subrepticia? ¿Ah? ¿Es nuestro gremio muy poco para usted?”. El Buenmuchacho seguía inmóvil, mudo, dubitativo. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué lo buscaban? ¿Qué querían? El círculo de extraños parecía cerrarse más y más a cada instante, presionando las respuestas. “Hemos sabido sobre sus andanzas y sobre algunas de sus reflexiones. Su obstinación nos ofende sobremanera, su altivez solitaria es un verdadero improperio, ¿sabe?” El Buenmuchacho seguía sin idea alguna y trató de identificar algún rostro, pero en todos ellos no hallaba más que locura y rencor. El que había hablado todo el rato, hizo una señal y una mujer pelinegra y de ojos verdes y maniacos se acercó al muchacho casi sensualmente, mientras sacaba algo de su bolsillo: Un lapicero dorado, muy elegante, como para firmar cheques multimillonarios o escribir alguna obra maestra. Aquel instrumento fue lo que dio a entender al Buenmuchacho lo que sucedía, quienes eran los que le rodeaban. Se trataba, sin duda alguna, de “Los Olvidados”: Una tribu salvaje de escritores furtivos. Eran, hasta ese momento, sólo una leyenda, un delirio de los temerosos; pero ahí estaban, rodeándolo. La muchacha le quitó la tapa al lapicero y un filo resplandeciente delató la naturaleza asesina de aquel objeto. “Ahora díganos, Buenmuchacho, ¿Cooperará con nosotros? En realidad, no comprendemos el porqué de su exilio, su enajenamiento heroico no es más que egoísmo para nosotros. Hasta hemos venido a darle una oportunidad y usted no nos responde más que con terquedad suicida. ¿Por qué?- en este punto se vislumbraban lágrimas en los ojos del interrogador- ¡RESPONDA!”. Silencio. Los Olvidados comenzaban a desesperarse. “No nos deja más opción”. Sabiéndose indefenso, el Buenmuchacho cerró los ojos esperando el coup de couteau pero no pasó nada. Al abrir sus ojos se hallaba solo de nuevo. Había sido una advertencia.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Es un fantasma

Su gesto magro:

mirada ida

profundizada en

las preguntas del ser


Me persigue

silencioso

tan sutilmente

que amenaza

mi cordura


Usted está muerto señor

pero no renuncio

a su amistad


Sus palabras son

sin duda

proféticas

jueves, 2 de septiembre de 2010

"Solos"

Ya no están aquí
Una imagen borrosa
compone el recuerdo

Algún nombre
algún lugar
su presencia guardará

¿Y quién no quisiera
poder escucharlos
tan sólo una vez más?

Si creías que
caminabas solo
piénsalo otra vez

Se marchan
No vuelven
Da igual

En el viento
o en la lluvia
alguien te hablará

domingo, 15 de agosto de 2010

ENSEÑANZA

“Hay que afrontarlo: no estoy en nada” pensó Teodoro Martínez cuando contó las monedas que sacó de sus bolsillos y se dio cuenta de que no le alcanzaban para pagar el tinto que acababa de pedir. Una vez más, tendría que poner su cara más simpática y acercarse a Don Gonzalo para que le apuntara otro fiado.

- Don Gonzalo, que pena, pero es que…

-Maldita sea, muchacho, entrégate con soltura y entereza al no-ser, ¿No comprendes aún que nada tiene precio porque todo ya ha sido pagado por nuestros sufrimientos pasado y futuros?

-Está bien.

Aturdido, Teodoro vagó unas horas más por la calles del centro, confiado en su nueva filosofía de vida.